Charline Ducottet (Carlota)

Preparación del terreno para plantar patata, Horta Cabanas (Salcedo). Foto: Charline Ducottet
Una periodista de La Voz de Galicia resumió su visita a nuestra huerta social en Salcedo describiéndonos como «la huerta que arranca las penas y la soledad en Pontevedra». ¿De verdad nuestra huerta podría tener ese poder? ¿Cómo pueden unos gestos tan sencillos traernos luz y aliviar la dureza de la vida? Con estas preguntas en la cabeza seguí mi camino de monitora de huerta. En este texto, voy a compartir mi perspectiva personal sobre mi relación con el proyecto, con las personas participantes y con la tierra que he escuchado.
Llevo casi cuatro años viviendo en este territorio y después de dos años y medio cultivando hortalizas en el Morrazo tuve la gran oportunidad de ser la monitora de huerta de la asociación Boa Vida. Mi rol es guiar a las personas para que aprendan a cultivar y a cuidar las hortalizas, los frutales y las plantas aromáticas con autonomía. Es un papel muy bonito porque permite ver la evolución de las participantes y acompañarlas en su proceso. Participan en el proyecto personas con algunas necesidades sociales o inmigrantes con pocos recursos.
Ser monitora en una huerta social
Mi proceso hasta llegar a ser monitora de huerta fue muy interesante porque primero empecé como productora de hortalizas y justo cuando empezaba a querer dejarlo, tuve esta oportunidad de acompañar a personas en una huerta social. Para mí, el trabajo en la huerta requiere un gran compromiso político, sobre todo en la sociedad actual, con el grave problema de relevo generacional que hay en los proyectos campesinos y el de abandono de la tierra en el mundo rural. Es urgente que la nueva generación tome conciencia y coja la azada para cultivar sus tierras. Creo que formar a la gente que llega al territorio en la importancia de cultivar la tierra para tener hortalizas de calidad y de proximidad es fundamental.
Estaba tan sola y abandonada cuando llegasteis… Con una casa en ruinas como única compañía. Esperaba que sucediera algo. ¡Qué alegría saber que puedo ser de alguna utilidad! Necesito vuestros cuidados para poder producir alimentos de temporada. Tenéis que cuidar mi fertilidad para sostener una producción. No me exijáis demasiado ni algo que no os pueda dar. Recoged mis frutos, que mis ramas pesan mucho. Si os entregáis a mí, os devolveré el doble.
(Testimonio de la tierra)
La asociación Boa Vida lleva varios años trabajando en el proyecto «Vivir en el rural», en el cual se enmarca la actividad de la huerta social en Salcedo. Dos personas con perfiles complementarios coordinan el proyecto: una monitora de huerta y una trabajadora social que acompaña a los participantes de la huerta en sus necesidades cotidianas.
Los objetivos de los proyectos son los siguientes:
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- Dar acceso a la tierra a personas que no podrían tener acceso de otro modo.
- Proporcionar una comida saludable a los participantes de la huerta con las hortalizas y las frutas que se llevan a casa.
- Fomentar la soberanía alimentaria en el territorio.
- Ocupar y cultivar tierras «abandonadas» en el territorio.
- Crear comunidad y tejer vínculos sociales entre los participantes.
- Impulsar la ayuda mutua, el bienestar, el empoderamiento de las personas y el contacto con la naturaleza.
- Potenciar hábitos de vida saludables en las participantes.
El día a día en la huerta
Quedamos dos veces a la semana. Y empezamos siempre con un «círculo de comienzo o de bienvenida», donde compartimos cómo nos sentimos y movemos nuestro cuerpo para calentar un poco. Cada persona del círculo propone algún ejercicio que hacemos juntas. Una vez nuestros cuerpos están listos para empezar, repartimos tareas en función de lo que hay que hacer ese día: abonar, plantar, quitar hierbas, desbrozar, recoger, limpiar el galpón… Tenemos un grupo de WhatsApp en el que comunicamos semanalmente toda la información sobre la huerta. A veces organizamos talleres puntuales sobre la poda de frutales, el compostaje, las variedades locales, la construcción de un invernadero…
Cada dos meses, organizamos un momento de cohesión, en el que cocinamos juntas alguna tortilla con las patatas y cebollas de la huerta. También tejemos colaboraciones con el vecindario, la asociación de vecinos, el taller mecánico de enfrente, etc.
Vuestra presencia es muy positiva para el barrio… Estáis aquí para recordarnos a todas que es importante cultivar la tierra de manera comunitaria. Estáis aquí para darle vida al barrio, para dinamizarlo y sacar a la gente de sus rutinas. Estáis aquí para dar y recibir. Cuando llegasteis, tenía una invasión de helechos en mi piel; pero poco a poco se fue reduciendo y entraron hortalizas, flores, plantas silvestres como la ortiga, la ortiga muerta o el llantén… Doy la bienvenida a la diversidad de personas, plantas y experiencias que entró en mi vida.
(Testimonio de la tierra)
Este bonito proyecto tiene puntos que mejorar y puntos positivos. Uno de los puntos que hay que mejorar es la falta de estabilidad, porque cuando nos ceden la tierra, no sabemos por cuánto tiempo será. Lo ideal sería comprar una tierra para tenerla de manera permanente. Además, mucha gente no se queda el tiempo suficiente en el proyecto para poder aprender a cultivar por sí misma. Muchos participantes tienen que dejar el proyecto cuando encuentran trabajo. Para mí, es una limitación porque la huerta precisa tiempos bastante largos para aprender a cultivar con autonomía.
Entre los puntos positivos, este proyecto depende mucho de las colaboraciones que podamos crear en el barrio de Cabanas de Salcedo, especialmente del vecindario. De hecho, tuvimos muy buena acogida y gracias a ellos podemos cultivar en una finca cedida gratuitamente, usar un baño público de la asociación vecinal, emplear el agua del pozo de la casa del lado y la electricidad de otro vecino de manera puntual. También recibimos compost del Ayuntamiento de Pontevedra y tenemos ayuda de gente voluntaria para organizar talleres de instalación de riego o de construcción de invernaderos, por ejemplo. Esta circunstancia es buena para recordar que siempre dependemos los unos de los otros y que no podemos funcionar sin solidaridad.
Una comunidad de aprendizaje en constante evolución
Desde el principio del proyecto, coseché muchos aprendizajes personales. Por una parte, la huerta comunitaria me da una lección de humildad continua. Me impresiona la fuerza de estas personas recién llegadas con experiencias pasadas muy difíciles y que siempre están alegres, positivas, contentas y con mucha energía e ilusión. Me hace relativizar mis problemas e inquietudes ante la vida. Quiero inspirarme en esta gente brava y tener esta resiliencia y alegría. Por otra parte, quedo abrumada ante la fuerza de la naturaleza y feliz de contar con un espacio de huerta para fomentar el bienestar de las personas. Creo que mantener este tipo de proyectos es muy importante cuando podemos ver que, en general, las ciudades crecen cada vez más y que las personas pasan cada vez menos tiempo al aire libre. Según un estudio del instituto RAND Europe, en el Estado español y otros países de Europa, como Francia, Alemania o Dinamarca, más de la mitad de las personas entrevistadas pasa menos de una hora al día en contacto con la naturaleza o recibiendo luz natural. Hay que fomentar el movimiento al aire libre, en la naturaleza, y el hábito saludable de practicar ejercicio dos veces a la semana. Nuestra huerta está a media hora caminando desde la estación de autobús de Pontevedra. Si bien venir caminando hasta la huerta puede representar un reto para ciertas personas, también es una manera de fomentar la salud. De hecho, algunas que al principio no se veían capaces de realizar este trayecto caminando, lo consiguieron poco a poco, lo que se convirtió en una fuente de orgullo para ellas.
El proyecto evolucionó bastante desde su inicio. El primer año (marzo 2024) arrancó con una media de 4-5 personas semanales. Pudimos plantar bastante y empezar la huerta con patatas, judías, pimientos, tomates, berenjenas, acelga, cebollas, fresas… Este año 2025 arrancó con más fuerza, con un grupo de 8-10 personas. Tenemos que plantar más para que cada una pueda llevarse algo de cosecha para casa. También estamos montando un pequeño invernadero para plantar más en invierno y hacer plántulas en primavera.
Me siento cada vez más cómoda y alegre con este papel de monitora y noto una implicación mayor de la gente este año, de lo cual me siento muy orgullosa. Veo la huerta cada vez más bonita y el lugar mejor cuidado. Siento este espacio como una casa comunitaria en la que cada vez aprendemos más y mejor juntas y conformamos una comunidad de aprendizaje en constante evolución.