Mercè Renom Pulit

53 PalabraCampo Sara Cazorla

Mercado de Santa Caterina, en el barrio de Sant Pere (Barcelona), en la actualidad. Foto: Mercè Renom

La ciudad de Barcelona cuenta hoy con 41 mercados alimentarios municipales. Además, el Ayuntamiento de Barcelona, ​​propietario de estos mercados, es accionista mayoritario de Mercabarna, la gran infraestructura de distribución mayorista de alimentos. Estos bienes públicos podrían ser la base de políticas de carácter social en materia de alimentación de la ciudadanía, una necesidad tan básica como la salud o la enseñanza.

 

 

Pocas ciudades disponen de unas infraestructuras alimentarias públicas como las que tiene Barcelona. Y es precisamente esta propiedad la que permitiría desarrollar políticas de gestión e intervención en el mercado alimentario que fueran más allá de las que ya existentes, focalizadas en los comedores escolares, en la calidad, estacionalidad y proximidad de los alimentos, en la prevención del desperdicio o en la promoción de los cambios culturales. En cambio, podrían ser innovadoras en marcos como el del Pacto de Política Alimentaria de Milán (firmado por la ciudad en 2015) o como el proceso de elaboración de la Estrategia de Alimentación Saludable y Sostenible Barcelona 2030.

Como refuerzo de estas reflexiones, trataré dos aspectos que explican el proceso histórico que ha llevado a Barcelona a esta situación y su potencialidad: 1) una breve explicación histórica de cómo las ciudades se dotaron de instalaciones y de derechos para llevar a cabo políticas de abastecimiento alimentario, un proceso que duró unos quinientos años, hasta la instauración del mercado libre capitalista en el siglo xix, sistema vigente en los últimos doscientos años, que es el que nosotros conocemos y consideramos inamovible; y 2) El relato de la transformación de los mercados en los últimos cien años.

Cinco siglos de gestión municipal del abastecimiento alimentario

Nos remontamos al siglo xii, momento en que empezaron a formarse núcleos urbanos de cierta dimensión en toda Europa occidental. Antes, con la crisis del Imperio romano en el siglo iii, se produjo una fragmentación territorial y política, y una cierta ruralización. Este proceso dio paso a lo que se ha conocido como época feudal.

Así, cuando algunos núcleos urbanos empezaron a crecer, reclamaron personalidad jurídica y derechos políticos. La ciudad de Barcelona pudo gobernarse a partir de 1249, al ser reconocido el Consell de Cent, la institución municipal, formada por cien ciudadanos. A partir de entonces, la ciudad fue adquiriendo otros derechos que le permitieron garantizar el abastecimiento alimentario y la sostenibilidad urbana. Las ciudades europeas, por compra o a cambio de servicios, rescataron ciertos derechos y algunas instalaciones básicas —como hornos, panaderías, carnicerías, tiendas, corrales, hostales, etc.— que hasta entonces eran monopolios de señores laicos o eclesiásticos (monarcas, monasterios y obispados). Aquellas instalaciones dejaron de ser monopolios señoriales para convertirse en bienes municipales.

 
   La sostenibilidad urbana y la eficacia de los gobiernos locales exigían poner freno a los intereses individuales y priorizar los colectivos.  
 

Estos derechos y estas instalaciones dotaron a las ciudades de importantes bienes colectivos y permitieron a los gobiernos urbanos desplegar políticas de provisión alimentaria. Aunque existían ciertas limitaciones y conflictos con algún remanente de derechos señoriales, el principal control lo ejercía la comunidad, que había sufragado las compras y asumido los servicios que permitieron el rescate. Los vecinos exigían un «buen gobierno» de la ciudad y unos «precios justos» para los alimentos.

Durante un tiempo, el Consell de Cent tuvo conflictos con los virreyes, que conservaban ciertos derechos y podían imponer tasas sobre las exportaciones. En ocasiones, habían autorizado exportaciones de trigo incluso cuando escaseaba en la ciudad. A principios del siglo xvi, el gobierno de Barcelona logró mayores atribuciones y pudo frenar las ambiciones del virrey y evitar las exportaciones de trigo en momentos de carestía. Así, el Consell de Cent actuaba como un agente más en este sector y regulaba otras transacciones económicas alimentarias con una gran autonomía.

La sostenibilidad urbana y la eficacia de los gobiernos locales exigían poner freno a los intereses individuales y priorizar los colectivos. Fue un sistema que el historiador británico E. P. Thompson denominó «economía moral».

En Barcelona no faltaba el trigo

La mayoría de las infraestructuras alimentarias municipales estaban destinadas al abastecimiento de trigo, el alimento básico en esa área. Barcelona logró el monopolio de las importaciones de cereales. Gracias a ello, los gobiernos subvencionaban expediciones para la compra de trigo —que llegaba mayoritariamente por mar—, protegían las embarcaciones, enviaban agentes al territorio para conocer el estado de las cosechas y los precios, hacían compras y las almacenaban para ponerlas en venta en momentos de carestía y de elevación de precios.

Podían inspeccionar almacenes de posibles acaparadores y requisar sus mercancías e incluso, si había escasez, podían retener los barcos que transportaban trigo por la costa y obligarlos a venderlo a la ciudad, en virtud del privilegio vi vel gratia de 1329, todavía vigente en el siglo xvii. Eran políticas alimentarias en pro del «bien común». Si estas fallaban, el vecindario gritaba «via fora fam» (fuera el hambre), y, si el gobierno no rectificaba, la población se amotinaba y prendía fuego a algunos espacios de abastecimiento. Era imprescindible el «buen gobierno» de los bienes de la ciudad para mantener la paz social.

 

 

La llegada del liberalismo económico

Este sistema de monopolios municipales, vigente en todas las villas y ciudades europeas desde finales de la Edad Media, entró en crisis a partir del siglo xviii, cuando empezaron las presiones del liberalismo económico y del mercado libre capitalista. Los principios liberales priorizaban los intereses individuales. Para introducirse, el liberalismo económico desacreditó las anteriores formas de gestión y, de manera especial, los monopolios municipales, sin discernir que hasta entonces aquellos monopolios habían actuado en beneficio de la colectividad y no en el de los intereses de particulares, como los que se formaron después.

La transición se dio en paralelo a la construcción de los Estados modernos, que centralizaron las decisiones políticas y las alejaron del territorio. Las constituciones reconocieron derechos políticos a los ciudadanos (en España, a partir de 1812, con sufragios reservados a las élites; en 1890, con el sufragio masculino; y, mucho más tarde, a partir de la Constitución de 1931, con derecho de voto para las mujeres), pero durante décadas se reprimió la movilización social. Con la desamortización de 1855, los municipios perdieron los bienes municipales (hornos, panaderías, carnicerías…), cuya venta revirtió sobre todo en reducir la deuda del Estado, como ya había ocurrido en los anteriores procesos de desamortización de bienes eclesiásticos.

En el siglo xix Barcelona ya era una ​​ciudad industrial. Si faltaba pan, los vecinos ya no reclamaban «pan barato», como aún ocurría en otras ciudades españolas, sino «pan y trabajo», porque entonces los salarios empezaron a ser más significativos para el nivel de vida que los precios. Los gobiernos de la ciudad intentaron paliar las crisis y el paro obrero con una política de obra pública que tuvo el apoyo de la propia burguesía industrial —interesada en mantener mano de obra en reserva— y de la burguesía implicada en la expansión urbana. Entre estas actuaciones, se inició la construcción de los primeros mercados modernos, siguiendo el modelo de las grandes ciudades europeas. Los dos primeros, en la década de 1840, fueron el de la Boqueria (Sant Josep) y el de Santa Caterina, ambos situados en terrenos de conventos incendiados en el motín de 1835. En las décadas de 1870 y 1880, se construyeron los mercados del Born, Sant Antoni, la Barceloneta y la Concepción. A principios del siglo xx, Barcelona ya contaba con una docena de mercados municipales, al sumar los de los municipios agregados en 1897.

Los mercados del siglo xx: crecimiento, crisis y revalorización

En el primer tercio del siglo xx se construyeron nuevos mercados municipales y otros más aún durante el franquismo, que priorizó garantizar la alimentación de la mano de obra que llegaba a los barrios infradotados de Barcelona mientras les negaba escuelas y centros de salud.

Con la recuperación de la democracia municipal en 1979, el Ayuntamiento de Barcelona heredó una cuarentena de mercados en estado deplorable. Entretanto, muchas ciudades europeas se habían deshecho de los suyos para dar paso a supermercados e hipermercados. Era perceptible que, con su abolición, los barrios habían perdido identidad y espacios de relación vecinal. Además, se había debilitado la actividad comercial que se generaba a su alrededor.

 
   Al dejar su gestión a la libre competencia, unos mercados languidecen y otros se rinden al turismo.  
 

Mantener los mercados municipales de Barcelona y apostar por su remodelación fue una decisión de gran trascendencia, que ha supuesto el mantenimiento de unos bienes colectivos a los que hay que sumar su capacidad de decisión en Mercabarna. No pueden gestionarse con los criterios de los gobiernos de las ciudades preliberales, porque el contexto económico es diferente, pero constituyen una base muy valiosa para actuar en favor de la colectividad. La gestión, ahora orientada al beneficio económico (aunque sea el de la hacienda municipal), podría dirigirse al beneficio social, en pro de la sostenibilidad y del bien comunitario.

Con criterios políticos, se podrían rebajar las adjudicaciones de las paradas de los mercados a cambio de pedir condiciones de sostenibilidad y precios asequibles; se podrían favorecer determinados sectores o determinadas formas de producción; se podrían reservar espacios para determinados colectivos… Entretanto, al dejar su gestión a la libre competencia, unos mercados languidecen y otros se rinden al turismo.

Es imprescindible tomar conciencia del valor de estos bienes colectivos de la ciudad y de su potencial como instrumentos de políticas alimentarias. Es una conciencia que deben tomar tanto las organizaciones políticas y sociales como el vecindario.

Mercè Renom Pulit
 Historiadora

Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia al navegar por la web.

Si continúas navegando, aceptas su uso. Saber más

Acepto
El sitio web de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas (www.soberaniaalimentaria.info) utiliza cookies para mejorar la experiencia de los usuarios, facilitando la navegación por nuestra web. Estamos haciendo todo lo posible por facilitar el uso de dichas cookies, así como su gestión y control al utilizar nuestros servicios.

¿Qué son las cookies?

Las cookies son pequeños archivos de texto que se almacenan en el dispositivo del usuario de Internet al visitar una página web. Es el operador del sitio web el que determina qué tipo de información contiene dicha cookie y cuál es su propósito, pudiendo además ser utilizada por el servidor web cada vez que visite dicha web. Se utilizan las cookies para ahorrar tiempo y hacer la experiencia de navegación web mucho más eficiente. No obstante, pueden ser usadas con varios propósitos diferentes que van desde recordar la información de inicio de sesión o lo que contiene un pedido de compra.

¿Cómo utiliza Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas las cookies?

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas tan solo utilizará las cookies que nos dejes utilizar. Tan solo leeremos o escribiremos cookies acerca de tus preferencias. Aquellas que hayan sido instaladas antes de modificar la configuración permanecerán en tu ordenador y podrás borrarlas haciendo uso de las opciones de configuración de tu navegador. Podrás encontrar más información al respecto más adelante.

1. Cookies propias

Se trata de cookies técnicas que recogen información sobre cómo utiliza el sitio web (por ejemplo, las páginas que visitas o si se produce algún error) y que también ayudan a Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas a la localización y solución de problemas del sitio web. Las cookies técnicas son imprescindibles y estrictamente necesarias para el correcto funcionamiento de un portal web y la utilización de las diferentes opciones y servicios que ofrece. Por ejemplo, las que sirven para el mantenimiento de la sesión, la gestión del tiempo de respuesta, rendimiento o validación de opciones.

Toda la información recogida en las mismas es totalmente anónima y nos ayuda a entender cómo funciona nuestro sitio, realizando las mejoras oportunas para facilitar su navegación.

Dichas cookies permitirán:

  • Que navegues por el sitio.
  • Que www.soberaniaalimentaria.info recompile información sobre cómo utilizas la página web, para así entender la usabilidad del sitio, y ayudarnos a implementar las mejoras necesarias. Estas cookies no recogerán ninguna información sobre ti que pueda ser usada con fines publicitarios, o información acerca de tus preferencias (tales como sus datos de usuario) más allá de esa visita en particular.
Si tienes dudas o quieres hacernos alguna pregunta respecto de las cookies que utilizamos, puedes remitirnos tu consulta al correo electrónico info@soberaniaalimentaria.info

2. Cookies de terceros

Existe una serie de proveedores que establecen las cookies con el fin de proporcionar determinados servicios. Podrás utilizar las herramientas de estos para restringir el uso de estas cookies. La siguiente lista muestra las cookies que se establecen en la página web www.soberaniaalimentaria.info por parte de terceros, los fines para los que se utilizan y los enlaces a páginas web donde se puede encontrar más información sobre las cookies:

·       Cookies analíticas:

Las cookies de Google Analytics se utilizan con el fin de analizar y medir cómo los visitantes usan este sitio web. La información sirve para elaborar informes que permiten mejorar este sitio. Estas cookies recopilan información en forma anónima, incluyendo el número de visitantes al sitio, cómo han llegado al mismo y las páginas que visitó mientras navegaba en nuestro sitio web.

http://www.google.com/intl/es/policies/privacy        

·       Cookies técnicas:

AddThis es una empresa tecnológica que permite a los sitios web y a sus usuarios compartir fácilmente el contenido con los demás, a través de iconos de intercambio y de los destinos de bookmarking social. Las cookies AddThis se utilizan con el fin de habilitar el contenido para ser compartido. AddThis también se utiliza para recopilar información sobre cómo se comparte contenido del sitio web. Las cookies ayudan a identificar de forma única a un usuario (aunque no de forma personal, sino en cuanto a dirección) para no repetir tareas dentro de un periodo de tiempo especificado.

http://www.addthis.com/privacy

Disqus es un servicio gratuito que permite añadir comentarios a diferentes elementos de este sitio web. Disqus guarda en cookies tu identificación anterior en este sitio web o en otro para que no sea necesario iniciar sesión cada vez que utilices el mismo navegador.

https://help.disqus.com/customer/portal/articles/466259-privacy-policy

Cómo desactivar las cookies

Para cumplir con la legislación vigente, tenemos que pedir tu permiso para gestionar cookies. En el caso de seguir navegando por nuestro sitio web sin denegar su autorización implica que aceptas su uso.

Ten en cuenta que si rechazas o borras las cookies de navegación algunas características de las páginas no estarán operativas y cada vez que vayas a navegar por nuestra web tendremos que solicitarte de nuevo tu autorización para el uso de cookies.

Puedes modificar la configuración de tu acceso a la página web. Debes saber que es posible eliminar las cookies o impedir que se registre esta información en tu equipo en cualquier momento mediante la modificación de los parámetros de configuración de tu navegador:

Configuración de cookies de Internet Explorer

Configuración de cookies de Firefox

Configuración de cookies de Google Chrome

Configuración de cookies de Safari

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas no es titular ni patrocina los enlaces indicados anteriormente, por lo que no asume responsabilidad alguna sobre su contenido ni sobre su actualización.

El usuario puede revocar su consentimiento para el uso de cookies en su navegador a través de los siguientes enlaces:

Addthis: http://www.addthis.com/privacy/opt-out

Google Analytics: https://tools.google.com/dlpage/gaoptout?hl=None

Google, Twitter, Facebook y Disqus: A través de los ajustes de cada navegador más arriba indicados para la desactivación o eliminación de cookies.