Mario Vargas
Inauguración del supermercado EMAPA número 100 en la zona de Miraflores, La Paz. Julio 2024. Foto: EMAPA
A finales de los años ochenta, la apertura del primer supermercado en la ciudad sede de gobierno generó expectativas en la población y muchas familias participaron de la inauguración festiva. Para ese grupo social de la zona sur de La Paz, la modernidad en el comercio de alimentos había llegado: un solo lugar donde podrían comprar muchas cosas, ordenadas en anaqueles, como se veía en las películas y las telenovelas. Hoy el Estado boliviano implementa supermercados públicos en zonas urbanas y rurales, que, además, son un mecanismo de incentivo del consumo de la producción nacional.
En Bolivia, la canasta básica de alimentos presenta sensibilidad al precio debido a la disponibilidad de la oferta de los productos; en algunos casos, a causa de fenómenos climáticos que limitan las cosechas y una producción suficiente. Otro factor es la temporalidad de los cultivos, algunas hortalizas, como las cebollas, el tomate, las zanahorias, entre otras, se importan de los países vecinos para satisfacer la demanda nacional. Los productos con mayor sensibilidad al precio son el arroz, el azúcar, el aceite, la harina de trigo, la carne de res y el pollo. Todos ellos presentan incrementos altos en sus precios y generan fenómenos especulativos.
Regular la disponibilidad de alimentos
Durante los últimos casi veinte años, el gobierno boliviano propició diversas estrategias que complementan o fortalecen la oferta de alimentos y el control de la inflación. Se implementó un arancel cero a la importación de alimentos y en diferentes momentos se restringe la exportación de algunos productos de la agroindustria (soya y sus derivados y carne de res, entre otros), cuando la oferta de productos alimenticios no abastase el mercado nacional.
En agosto del 2007 el gobierno boliviano, en el marco de su plan de desarrollo, creó la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (EMAPA), con el propósito de contar con un mecanismo gubernamental para intervenir en el mercado interno en los precios y la oferta de productos de alta demanda alimentaria y controlar la inflación. Por ejemplo, en el actual escenario de precios inflacionarios que atraviesa el mercado boliviano, un producto con alta sensibilidad es el aceite vegetal o comestible, cuyo precio por botella de 900 mililitros subió de 14 a 22 bolivianos (Bs). En este contexto, EMAPA oferta 1 litro de aceite en Bs 14 y cuenta con un sistema de venta y distribución a nivel nacional.
Otra de las estrategias del gobierno boliviano, que también presenta vínculos con la venta de productos de EMAPA, es Consume lo nuestro, una plataforma que fomenta el consumo de productos y servicios de Bolivia. Además de divulgar los valores del consumo local, afecta directamente a las y los servidores públicos, personal eventual y consultores individuales de las entidades y empresas del nivel central del Estado, quienes reciben a través de una aplicación móvil un monto o refrigerio de 18 Bs por día trabajado para la compra de alimentos y ropa. En el caso de los alimentos, la transacción se lleva a cabo en los SuperEMAPA.
EMAPA cuenta con 100 puntos de venta habilitados en todo el territorio boliviano, de los cuales 38 están ubicados en el área urbana y 62 en áreas rurales.
De la distribución en los mercados al establecimiento de SuperEMAPA
EMAPA comenzó sus ventas al por mayor y de forma directa al público, inicialmente con azúcar y harina de trigo. Las ventas al por mayor fueron contraproducentes, debido a que los comerciantes que adquirían estos productos a precios inferiores los ocultaban para generar una disminución de la oferta, lo que les permitía mayores ganancias a los intermediarios al incrementar los precios posteriormente. Frente a esta situación, EMAPA intervino en el mercado minorista mediante el establecimiento de sucursales propias y supermercados.
Desde entonces hasta la actualidad EMAPA cuenta con 100 puntos de venta habilitados en todo el territorio boliviano, de los cuales 38 están ubicados en el área urbana y 62 en áreas rurales. Los supermercados en las zonas rurales son innovaciones importantes en la comercialización de alimentos. Tradicionalmente, en el ámbito rural, las ferias semanales son los espacios de compra y venta de productos agropecuarios y alimenticios. La presencia de SuperEMAPA no altera la estructura y frecuencia de estas ferias rurales, permite regular los precios que se convierten en referenciales para el comercio tradicional y amplia la oferta de productos de la industria nacional. EMAPA trabaja con al menos 321 proveedores y 7675 productos comercializados. Mediante estos puntos de comercialización, el ingreso por venta de productos en el 2024 alcanzó Bs 977.461.592,93 (124 millones de euros), cuya ganancia para EMAPA fue de Bs 44.097.679,85 (5,5 millones de euros).

Agricultoras de Anzaldo, Cochabamba. Foto: Mario Vargas

Cultivos de maíz duro destinado a los sistemas de crianza de animales, acopiados y distribuidos por EMAPA, Municipio de Ascención de Guarayos, Santa Cruz. Foto: Mario Vargas
El papel ampliado de EMAPA hacia el fomento a la producción
Estos supermercados públicos suponen un estímulo para la producción. En los primeros años de comercialización de EMAPA, el azúcar y la harina de trigo provenían de importaciones; en los años posteriores, la oferta se amplió con productos de la industria nacional. Los pequeños emprendimientos, las medianas y grandes empresas son los proveedores de una gran diversidad de productos, no solo alimentarios. Para la vinculación de pequeñas fábricas de alimentos a este sistema de comercialización, se tuvo que mejorar la inocuidad alimentaria, estandarizar los productos, garantizar volúmenes de producción y cumplir aspectos administrativos e impositivos, conforme a lo establecido en la normativa nacional.
En el marco de la política pública vinculada con la soberanía alimentaria, se tomaron medidas como la prohibición de las exportaciones de alimentos, la eliminación de aranceles, la compra a mejores precios de la producción de los agricultores, la fijación de precios y la creación de EMAPA. En septiembre de 2008 se amplió el papel de esta empresa en la producción y oferta de alimentos.
Las acciones están relacionadas con la estabilización de los precios y la disponibilidad de los principales productos de la canasta básica de alimentos.
El Decreto Supremo 29230 dispone que «EMAPA tiene por objeto apoyar a los sectores de la cadena productiva de alimentos; a la producción agropecuaria y agroindustrial; contribuir a la estabilización del mercado interno de productos agropecuarios y agroindustriales, y a la comercialización de la producción del agricultor en el mercado interno y externo». Sus principales actividades están vinculadas con el apoyo a los sectores productivos de alimentos, la compra-venta de insumos y productos agropecuarios y agroindustriales, la transformación básica de la producción y su comercialización, además de la prestación de servicios para el sistema de producción en los que se encuentran los productores agropecuarios, la asistencia técnica, el alquiler de maquinaria, el almacenamiento y el financiamiento para la producción agropecuaria.
En ese contexto, el papel de EMAPA se concentra en los consumidores, los productores agropecuarios y la disponibilidad de infraestructura para el acopio y la transformación básica de productos. Con respecto a los consumidores, las acciones están relacionadas con la estabilización de los precios y la disponibilidad de los principales productos de la canasta básica de alimentos, la oferta proviene de la producción obtenida con el apoyo de la misma empresa o también de las adquisiciones del mercado nacional e internacional. En cuanto a los productores, estos reciben apoyo a la producción a través de la entrega de semilla certificada, agroquímicos, asistencia técnica y el alquiler de maquinaria para la habilitación y preparación de suelos, siembra y cosecha, alimento balanceado para la ganadería lechera. EMAPA entrega a los productores los insumos y servicios productivos, cuyos costos son cobrados al final de la cosecha, mediante un descuento en el momento del pago por la producción a cada productor.
Una función importante que emprendió la empresa es la construcción de infraestructura para el acopio y la transformación básica de productos. Actualmente, cuenta con 11 plantas de acopio, con una capacidad de almacenamiento total de 474,360 toneladas, instaladas en los principales territorios de producción de granos (arroz, trigo, maíz, soja, quinua). Asimismo, se espera que en los próximos meses empiece a operar la nueva planta industrial de procesamiento de soya de EMAPA, con una capacidad de procesamiento de 300.000 toneladas de soya al año, cuya producción estimada es de 67,3 millones de litros anuales, lo que permitiría satisfacer hasta el 76 % de la demanda nacional de aceite comestible. Junto a esta, existen otras plantas que elaboran galletas, fideos, papas fritas, entre otros productos.
En resumen, EMAPA contribuye a la comercialización de la producción de los agricultores en el mercado interno; posiciona al Estado como promotor de la producción agrícola, con incidencia prioritaria en la producción, transformación primaria y comercialización de la producción de los pequeños y medianos productores rurales; apoya a la cadena productiva de alimentos en la perspectiva de seguridad y soberanía alimentaria; posibilita la organización y el fortalecimiento de las organizaciones de productores.
Los beneficios y desafíos de EMAPA en la economía y sociedad bolivianas
El gobierno boliviano, al implementar su política pública de seguridad y soberanía alimentaria, asume estrategias heterodoxas (respecto a la receta liberal), como el establecimiento de cupos para la exportación de productos agropecuarios, la imposición de arancel cero para la importación de alimentos o el control de la inflación mediante precios franja para los productos del sector agroalimentario. Se espera que estos procesos no ocasionen el debilitamiento del aparato productivo nacional, sino, más bien al contrario, que fortalezcan la capacidad productiva, mediante el incremento de la productividad y el acceso a mercados de exportación a partir de los excedentes de la producción nacional.
La agroindustria boliviana se sustenta en la ampliación de la frontera agrícola y la exportación de soya transgénica, girasol, sorgo y maíz duro (se estima que más del 80 % es transgénico, pero no autorizado legalmente). Por otra parte, el gobierno nacional promueve el incremento de mayores superficies de los cultivos oleaginosos y espera que la producción de granos alimente la producción de biodiésel. Este escenario plantea problemas ambientales y de abastecimiento de alimentos, donde EMAPA se constituye en un mecanismo de fomento a la producción bajo ese modelo de desarrollo extractivista, agroindustrial y no necesariamente relacionado con la agricultura familiar y sus sistemas diversificados de cultivos y alimentación.
La infraestructura para el acopio y la transformación básica de productos implementada por EMAPA presenta una inversión significativa. En el sistema de acopio casi duplica la capacidad establecida por el sector privado, en toneladas estáticas de capacidad de almacenamiento. Será importante focalizar y consolidar los procesos de transformación básica procurando no afectar a la pequeña y mediana industria nacional. Existen rubros, como el aceite, que es de consumo masivo, en los que la intervención de esta empresa fortalece la oferta nacional, mismo que debería favorecer la disponibilidad de los volúmenes de exportación en el sector privado.
En el caso de productos de consumo masivo (soya, maíz y girasol, entre otros), será importante que EMAPA fomente tecnologías y prácticas productivas sostenibles y que el incremento de las superficies cultivadas o de crianzas ganaderas no esté correlacionado con la deforestación de bosques. En este caso, se requiere un abordaje desde las prácticas productivas, las tecnologías empleadas, los niveles de rendimiento y productividad y la asistencia técnica adecuada, así como mejorar la organización de la producción y la identificación de productores que requieren el apoyo.
Los 62 puntos de venta de EMAPA en zonas rurales posibilitan el acceso a productos de la canasta básica de alimentos en poblaciones distantes de los grandes centros urbanos. La oferta de alimentos está relacionada con productos de consumo estándar que en cierta medida homogeniza el sistema alimentario y en el futuro podría generar dependencia de esos productos en su alimentación cotidiana. En un país con una gran agrobiodiversidad y varios sistemas alimentarios, es un desafío mantener la alimentación diversificada conforme a las características propias de las ecorregiones y sus culturas, esto significa promover el desarrollo de productos alimenticios con base en esa biodiversidad y para ello se requiere ampliar el conocimiento sobre los usos y procesos de transformación, fomentar la producción para alcanzar volúmenes y calidad que permitan una oferta adecuada e instalar una capacidad productiva para la transformación o comercialización.
Finalmente, el precio justo para el consumidor es determinante, así como para los productores agropecuarios. En un sistema de dinámicas relacionadas con las economías regionales y globales, emprender políticas públicas que intervengan en la producción y el comercio de alimentos plantea grandes desafíos institucionales y normativos. Es responsabilidad del Estado garantizar la disponibilidad de los alimentos y el acceso de la población en general. La experiencia que viene desarrollando Bolivia es un aporte hacia esas posibilidades.