Proceso de creación de la portada, elaborada por Miguel Ángel García Álvarez (Doble13)
El título de este número podría quedar bien en la mayoría de los números de esta revista. Las consecuencias de la mercantilización de los alimentos es lo que empapa el paradigma de la soberanía alimentaria y la filosofía de este proyecto. ¿Qué tiene de especial este título ahora?
Las resistencias al lucro con el comercio alimentario y a todo lo que supone hacer de la agricultura, la cultura de la tierra, una minería agraria —como dice Horacio Machado— existen desde siempre, porque el libre mercado no siempre estuvo aquí. En las últimas décadas, muchas de estas resistencias se enmarcan globalmente en el movimiento por la soberanía alimentaria y la agroecología: ocupaciones de tierras, mercados campesinos, huertos comunitarios, redes de intercambio de semillas, recuperación de saberes populares, etc.
En este momento en que el calentamiento global y la crisis energética preocupan a la economía, el capitalismo no es capaz de ofrecer otra cosa que más capitalismo. Que se puedan expropiar tierras campesinas y generadoras de alimentos para instalar grandes extensiones de placas solares en favor de la transición ecológica es un ejemplo claro. También lo es que la alimentación «saludable y sostenible» haya disparado el consumo de aguacates, quinoa o ultraprocesados a base de soja. Nada cambia. Las empresas que se enriquecen seguirán siendo las mismas y seguiremos guiándonos por las lógicas que engendraron el capitalismo: el hombre blanco, que todo lo sabe, se siente por encima de la tierra, la domina y la subyuga al interés de la acumulación de beneficio.
Como explica Marta Soler, «la economía capitalista privatiza los comunales históricos (...) y destruye la autonomía comunitaria del sustento, lo que obliga al trabajo asalariado individualizado y a depender de los mercados». Al vernos obligadas a acudir al libre mercado para aprovisionarnos de alimentos, hacemos girar la rueda. Y, si los salarios no mejoran, los alimentos tienen que ser cada vez más baratos, agravando la presión sobre los bienes naturales y las propias condiciones laborales de quienes trabajan para la industria alimentaria. ¿Estamos siendo capaces de romper esta rueda con las alternativas que generamos desde la sociedad civil? ¿Es posible romperla? Lo que nos ha llevado a elaborar ahora un número con este título es que sospechamos que la respuesta a la primera pregunta es negativa. Sin embargo, existen propuestas verdaderamente interpeladoras —como la seguridad social de la alimentación, desencadenada a partir del pensamiento fundador de La Vía Campesina: «los alimentos no son una mercancía»— que sí podrían romper la rueda de la mercantilización y la explotación. En los contenidos que presenta este número podemos ver que se trata de una fórmula que reclama que el mercado alimentario vuelva a estar controlado, regulado o gestionado por el pueblo (o los pueblos), que a eso apela la soberanía. En territorios como los nuestros, donde existen políticas públicas para garantizar derechos, se propone que la alimentación tenga el mismo tratamiento que la educación y la salud, advertidas —como dice Ángel Calle— de que el papel del Estado históricamente no ha sido favorable a una transformación desde abajo.
Pero, además del valor del proyecto de la seguridad social de la alimentación como mecanismo de organización económica del mercado, son muchas las reflexiones que surgen y los debates que se abren al pensar en profundidad en una propuesta como esta. Una de ellas es la urgencia de impugnar que el capital organice la naturaleza.
También la importancia de entender la «autonomía» como interdependencia, como una (re)producción comunitaria que lleva intrínsecos conceptos como reciprocidad, solidaridad, redistribución y socialización, en el sentido socialista y antineoliberal. Otra reflexión muy reveladora es superar la mirada materialista y entender la alimentación no solo como una necesidad fisiológica, sino también como la relación simbiótica entre especies que hace posible la reproducción de la vida en su incansable retorno.
Por todo ello, profundizar en estas y otras reflexiones relacionadas con el mercado, los derechos básicos, el papel del sector público, de lo comunitario y lo cooperativo nos pareció apropiado en un momento en que necesitamos propuestas inspiradoras. Esperamos que este número os parezca interesante y que también os muestre nuevos caminos.
Revista SABC
PARA SABER MÁS
«El futuro de la alimentación es la democracia». Reportaje sobre el proyecto de la Seguridad Social de la Alimentación.
Toma la Tierra: Pódcast especial sobre la Seguridad Social de la Alimentación, con entrevistas a Dominique Paturel (INRAE Francia), Mathieu Dalmais (Ingenieros sin Fronteras), Laura y Kevin (Réseau Salariat) y Jean-Claude Balbot (Red CIVAM).