Conversatorio
Con nuestra compañera del Consejo Editorial, Leticia Toledo —hortelana en Arcos de la Frontera— como anfitriona, juntamos alrededor de la temática de este número, alimentación y caos climático, a cuatro personas directamente involucradas en el trabajo en la tierra y el mar para producir o extraer alimentos. Queremos saber cómo perciben y cómo les afectan los cambios que ven en su día a día sobre el terreno.

Uxía de Buciños
Yo soy labrega en Ourense, en el interior de Galicia. Desde hace ocho años produzco hortalizas variadas en un proyecto agroecológico de agricultura sostenida por la comunidad en el que participan 55 familias. También me dedico a la venta directa en el mercado de Allariz, donde tenemos un grupo de productoras (campesinas y ganaderas). Formo parte del Sindicato Labrego Galego.

Àgueda Vitoria
Desde hace un tiempo combino embarques como marinera de cubierta con otros en los que soy observadora de control pesquero. Estoy entre Alicante y Marín (Pontevedra). Estoy sacándome el título de patrona local de pesca, que permite el gobierno de embarcaciones de artes menores, porque siempre he trabajado en arrastre y me apetecía probar también algo a menor escala.

Ruth Carbonell
Soy ganadera, desde hace cuatro años tengo un rebaño de sesenta cabras, una cosa modesta, todavía. Antes tenía mi rebaño en Guadalajara, hasta hace un año, cuando vine a la sierra de Aitana, en Alcoleja (Alicante) porque soy originaria de esta provincia. Me dedico al pastoreo y la idea es tener quesería propia. Ahora también trabajo para el Observatorio del Pastoralismo Extensivo del Mediterráneo.

Sergi Caballero
Yo estoy viviendo en Mas Les Vinyes, una comunidad de diez personas en la Catalunya central. Tenemos un pequeño rebaño de unas sesenta ovejas, producción de fruta, verdura, huevos, pollos y un par de cerdos para autoconsumo. Uno de mis abuelos era pastor en Cuenca y el otro era hortelano en Extremadura. Ahora yo estoy haciendo de pastor y de hortelano, parece que estuviera integrando los dos ramales de mis antepasados.
¿Qué cambios climáticos se observan en vuestros territorios? ¿Os afectan en vuestro desempeño? ¿Cómo intentáis adaptaros?
Àgueda: Yo, desde que he vuelto al mar, al arrastre en el Mediterráneo, estoy viendo cosas que no había visto. En el sector pesquero tenemos un problema, porque hay poco diálogo entre nosotros y la comunidad científica. Ese intercambio podría ayudarnos, los centros de investigación se podrían beneficiar de los datos que aportamos, porque somos unos observadores privilegiados y es una lástima que esto no se aproveche más. Aunque creo que no tenemos que fiarnos siempre de las percepciones directas que podamos tener de una situación que puede ser muy puntual, me ha llamado la atención el aumento del número de ejemplares de atunes rojos, que ya están a lo largo de todo el año, o los blue runners, un tipo de jurel que hace veinte años no se veía y que vive en el Índico, o un tipo de langostino del golfo de México. También aparecen especies que causan alerta porque son peligrosas para el consumo. Las personas que trabajamos ahí tampoco sabemos muy bien cómo proceder cuando vemos esto. Supongo que las instituciones científicas harán sus investigaciones, dirán si podemos pescarlo y consumirlo, y, por tanto, en los próximos años el mostrador de la pescadería va a cambiar y lo que veremos no será lo mismo que vemos hoy. No lo sé.
En los próximos años el mostrador de la pescadería va a cambiar.
Ruth: Yo estaba en una zona de un pasto buenísimo y ahora estoy aquí en el Mediterráneo. Además, llegué justo después de tres años de sequía acumulada. Este año los ganaderos han tenido que comprar forraje porque no había nada para comer. Donde más se nota es en las fuentes de agua.
Uxía: Mucha gente no lo sabe, pero en Galicia también tenemos bastantes problemas, hay aldeas y pueblos que se quedan sin agua en verano. En alguno de los terrenos que cultivo se me secaron los pozos y es una ansiedad constante que llevo en el cuerpo. Ahora los veranos pueden empezar en mayo y acabar en diciembre, hay heladas muy tardías, plantaciones que espigan antes de tiempo y es un estrés para las plantas y para las campesinas. También hay zonas con exceso de lluvias. Este año se perdió el 80 % de la cosecha de Faba de Lourenzá por los hongos. Hay plagas de insectos que no acaban sus ciclos y continúan todo el año. Para salir del paso vamos probando, pero con la sensación de que invertimos muchísimo tiempo y energía en algo que igual el año que viene no vale. Algo que hacemos es ponerlo en común, justo ayer tuvimos una reunión en la que tratamos todos estos temas y salieron un montón de cosas, como aprender a regar mejor, recuperar todo ese conocimiento que no queremos que se pierda, saber más de semillas, que son las grandes aliadas y las grandes olvidadas.
Sergi: Los cereales ya no siempre hacen su ciclo completo. Antes se sembraban dos veces al año y ahora es muy difícil, porque en verano no queda reserva hídrica y en invierno puede haber sequía y calor. Ahora hay que regar la patata y cultivar maíz es impensable, los frutales ya no funcionan por el estrés hídrico, tenemos suelos empobrecidos y compactados. Si hay una ola de calor, puedo guardar los animales en el establo, o comprarles comida si no tengo, pero no puedo hacer eso con los frutales. A mí se me ha muerto el 70 % de los albaricoques y los estoy sustituyendo por higueras, pero es mucho más difícil comercializar el higo que el albaricoque. La gente quiere fruta jugosa, con agua, pero tampoco podemos hacer milagros. Ya no puedo hacer la poda de algunas especies de frutales en primavera, porque ahora las heladas tardías son más frecuentes y hay árboles que cicatrizan muy mal. Aquí la judía va a desaparecer; aunque la riegues, no crece. Esa judía tierna que me traían mi abuelo y mi abuela en julio y agosto ya no está encima de la mesa.
Las semillas son las grandes aliadas y las grandes olvidadas.
Las respuestas que buscáis, ¿las ofrece la agricultura tecnológica e inteligente?, ¿las ofrece la agricultura campesina?, ¿o no hay respuestas?
Uxía: La agroindustrial no, ni la tecnológica ni la moderna. Mi esperanza es que la agricultura campesina sí tenga respuestas. Por lo menos por todos los años que se lleva cultivando la tierra como lo hacemos nosotras ahora.
Ruth: Esto que dice Sergi lo dicen también los pastores mayores, que la ganadería es más segura porque puedes comprar forraje cuando hace falta. El factor más limitante es el agua, pero también se puede desplazar en cubas. La ganadería extensiva supone pensar mejor cómo, cuándo y dónde vas a pastorear. En mi caso, puedo pasar el verano en la montaña, donde aún hay pastos. También hay una serie de herramientas que está usando muchísima gente en ganadería, como los collares con GPS con un vallado virtual integrado y en determinadas zonas es una herramienta que nos puede ayudar. Yo misma a veces lo digo: ojalá lo tuviera. Pero, claro, ¿qué impacto ambiental tiene esa tecnología: las baterías, los collares...? Al final nos ayuda en un lugar, pero nos desayuda en otro. ¿Cómo lo podemos hacer? Necesitamos más gente trabajando en esto.
Àgueda: En nuestro caso, hay una gran diferencia entre la capacidad de adaptación de las embarcaciones de litoral, que son empresas familiares, y los buques de pesca industrial. A una gran empresa pesquera, que tiene barcos de millones de euros en África, Sudamérica y Noruega, lo mismo le da; va a tener la capacidad de ir más lejos. Nuestro ámbito es el Mediterráneo, no vamos más allá de las 20 o 30 millas. En cambio, ellos pueden irse al otro lado del mundo. Con la acuicultura pasa lo mismo, pueden meter otras especies o trasladarse a otros mares, pero tú no puedes mover tu batea.
Sergi: Yo veo una gran ventaja en las variedades antiguas de cereales, que generan mucha más biomasa. Eso permite coger una parte para el ganado y dejar otra para restaurar la fertilidad del campo. Pero en fruticultura industrial, a los árboles que no aceptan la poda a destiempo les meten un chute de un producto y los duermen para podarlos. Los perales hace años que están totalmente desorientados y después de la cosecha vuelven a entrar en flor. Luego también veo cosas terribles. Cada año hay gripe aviar en invierno, y eso no pasaba antes. Con las ovejas hay que estar muy atentos porque hay nuevos parásitos, o son más frecuentes, como el Dricocoelium dentriticum, que aquí afecta en épocas de sequía. Yo perdí muchas ovejas. No hay una solución mágica. Ya no puedo hacer trashumancia porque no tengo el conocimiento, ni el tiempo, ni los permisos, entonces las tierras no descansan y hay nuevos parásitos. La agroecología tiene sus retos, porque tienes que trabajar con un suelo vivo, que necesita sus tiempos. Creo que la solución al final es tan fácil como entender que no podemos consumir pimientos todo el año.
Uxía: La agroindustria no ofrece ninguna solución; la agroecología es la solución: mantener un suelo vivo, cultivos diversificados, cambiar el modelo de consumo y las políticas agroalimentarias. Mis consumidoras saben que no hay judía, pimiento y tomate todo el año.
Sergi: En Catalunya la pagesia dice mucho lo de «nuestro fin será vuestra hambre». Pero siento que es mentira, ahora pueden traerte comida de cualquier punta del mundo en doce horas. Me parece muy triste. Tengo la sensación de que, si pudieran, se cargarían toda la pequeña producción para tener el sector mucho más controlado.
¿Cómo os están afectando todos estos cambios a vosotras como personas, todas estas incertidumbres?
Ruth: Tengo la suerte de tener muy buenos amigos y estar unida a personas que trabajan en lo mismo en otros territorios. Como acabo de empezar, todavía tengo mucha ilusión y eso me sostiene. La queja del sector está justificada, no es agradable ver morir a los árboles, ni ver que tus animales no tienen para comer.
Lo preocupante es ver que esto no se considera un problema de primer orden.
Àgueda: Para mí lo preocupante es ver que esto no se considera un problema de primer orden. La situación en el sector, sobre todo en la bajura, es penosa. Encontrar una especie que no habías visto nunca o que otra haya desaparecido parece que solo preocupa cuando un segmento importante de la flota deja de ganar millones. Si trabajas en el Mediterráneo, es imposible no asustarse, pero parece no importar el calentamiento del mar: es algo que pasa casi inadvertido porque ya estamos bastante agobiados con otros problemas como el relevo generacional o los bajos salarios. Aunque también me asustaría ver que el cambio climático se convierte en una especie de chivo expiatorio porque no conviene explicar otras cuestiones relacionadas con el turismo, la contaminación de las aguas, la agricultura intensiva y lo que desemboca en el mar.
Sergi: Hace muchos años que hablamos de la muerte del campo y de la agricultura, pero cada vez hay más comida en los supermercados. A nivel emocional lo paso bastante mal, sobre todo los meses de calor. No puedo compartirlo con cualquiera porque hay quienes no pueden sostenerlo. Veo a la gente tomando la cervecita en el bar y me enfado con el mundo. Mi mecanismo de defensa es no parar de hacer cosas, implicarme políticamente. No me puedo conectar solo con esto porque siento que me rompo. Ruth decía que a los animales les puedes dar comida, pero hace tres años aquí mataron mucho ganado porque no había comida y no se podía pagar el precio de la hierba ni del cereal. Veías a los ganaderos destrozados. Pero la vida sigue, esto no sale en las noticias, parece que no importe, como si hubiéramos alienado la cosa más básica, que es la comida.
Estáis hablando de un sentir que, además, es muy corporal. Sin embargo, también hay un enfado hacia las políticas neoliberales que promueven el individualismo. ¿Cómo le hacéis frente?
Àgueda: En el caso del sector pesquero es difícil, porque no existen las redes colectivas que hay en el campo. Es un sector muy conservador y los años de dificultades y la falta de afiliación sindical, explican la atomización y la pérdida de las cofradías como espacios que eran mucho más que el lugar donde se comercializaba el pescado. Ahora tu barca es tu empresa. En Galicia es diferente porque hay una masa social importantísima, todos los sectores del mar están presentes y hay mucha diversidad y eso hace que la fuerza que tienen a nivel organizativo sea superior al resto de la península. Aquí, en Alicante, las cofradías han quedado como meras entidades administrativas, se ha perdido la conexión entre los trabajadores y no se han consolidado organizaciones alternativas para hacer reclamaciones o para compartir las dificultades, lo que desanima bastante. Mi enhorabuena a quienes podéis compartir vuestras penas, porque es lo que hace que no tires la toalla.
Me ayuda ponerlo en colectivo, hablar con mis consumidoras y llorar, que entiendan nuestra realidad.
Uxía: Yo sufro un montón, lo llevo en el cuerpo desde que empieza el sol hasta que acaba. Me ayuda ponerlo en colectivo, hablar con mis consumidoras y llorar, que entiendan nuestra realidad. También conecto con la impotencia y la rabia, porque aquí al lado producen monocultivo de patata, un cultivo de secano que riegan diariamente. Están gastando un agua común mientras yo no estoy regando mis repollos. Pero ese también es el combustible para meterme en organizaciones. Me pesa creer que la solución está en mí cuando tiene que ser una solución colectiva. Yo no puedo aportar más. Pero visto cómo está el mundo y las políticas, pues entra el agobio.
En la sociedad, ¿apreciáis señales favorables al cambio?
Ruth: Si no viéramos señales de cambio, no podríamos aguantar. La cosa es que es minoritario. Hay gente que valora lo que estás haciendo, aunque a veces lo hace desde el romanticismo, pero también desde la realidad de lo que supone. Si no entienden el valor que tiene, hay que hacer que lo entiendan, que es otro trabajo. Pero al final es obligatorio tener una red de afinidad y de apoyo. Yo siento que la tengo y que hay gente que quiere comprar mis productos. Otra señal favorable es que hoy está un chico pastoreando, gracias a eso estoy yo aquí, y gracias a mí él puede practicar, porque ya no quedan pastores. Hacen falta nuevos referentes. Entonces, tienes que estar para que otros puedan estar en el futuro.
Hay que cultivar la tierra y las relaciones humanas por igual.
Sergi: Crear red es indispensable. Hay que cultivar la tierra y las relaciones humanas por igual. Me puedo valer de mi esperanza, pero decidme algún indicador que vaya en positivo en los ecosistemas, yo no lo encuentro. La gente no puede pagar alquileres, esto está a punto de petar, quizá se sostenga unos años; pero ¿cómo se está sosteniendo?, porque no lo entiendo.
¿Queréis añadir alguna otra cosa?
Leti: Me he emocionado cuando hablabais de los dolores. Siento que estamos solas y que somos las que resistimos. Como decía Uxía, es gracias a las personas que se comprometen conmigo y me preguntan cómo estoy cuando les doy una caja de verduras; eso tiene un valor incalculable. Pero todo el rato está presente la sensación de estar sola. Y esta soledad es sistémica, porque el sistema capitalista no te da las respuestas, pero es que es algo muy grande como para tener tú la solución. Siento que lo puedo compartir con muy poca gente, o casi con nadie. De repente me veo que tengo que sembrar y no puedo. Me estreso, me angustio mucho en primavera. El año pasado tuve muy poca verdura y realmente lo pasé mal. Siento mucha vulnerabilidad en nuestros proyectos porque hay algo que aún no hemos conseguido: una red agroecológica fuerte, aunque sea simplemente para lo emocional. Es difícil, nos enfrentamos a algo, como decía Sergi, que es la vida. Estamos haciendo vida y es supercomplejo, básicamente porque no la controlamos.
Ruth: Yo pienso en el primer año, cuando todo era superpolítico, y seguramente ahora estoy haciendo mucha más política que entonces. Estoy liberándome de grandes dogmas y tratando de ser más amable conmigo misma, porque es un camino muy largo, pero es un trabajo colectivo. No pasa nada si no se llega hasta donde la teoría dice. Vale, el mundo está loco, pero vamos a entender desde dónde parte cada una, dónde está y de dónde viene, vamos a crear cosas bonitas. Eso me ayuda a socializar sin tener que estar juzgando continuamente. Yo tampoco sería capaz de estar sola como Àgueda, sin redes no podría continuar.
Àgueda: A ver, tampoco es tan dramático. Hay compañeros buenísimos, y compañeras también, porque, curiosamente, las redes surgen de colectivos femeninos. ¿Por qué precisamente tiene que nacer de las mujeres? Esto nos tiene que hacer pensar. Yo estoy agradecidísima a la Associació Catalana de Dones de la Mar, que son armadoras y pescadoras con las que hay intercambio y apoyo. Tengo compañeros con los que hablo, pero a título individual. Cada uno tiene su pena: qué mal estoy, me voy a arruinar, desguazo el barco. Pero no pasa de ahí, porque no tienes un canal en el que, si tú das ese paso, alguien vaya a acompañarte.
Uxía: También somos muchas las personas que le dedicamos cabeza y corazón a enfriar el planeta, mediante la incidencia social, impulsando políticas públicas, comedores escolares y mercados campesinos a través de la Red de Municipios por la Agroecología o de La Vía Campesina.
Revista SABC