Antonio Turiel

41 Cabrera Despierta

Foto: Cabrera despierta

Lo que parecía que nunca iba a pasar, al final ha pasado. De repente, los grandes poderes económicos y políticos reconocen que es prioritaria y urgente una transición que nos aleje de los combustibles fósiles y nos lleve a una nueva sociedad descarbonizada y sostenible. Después de décadas de promesas vacías, nos encontramos que no solo hay una voluntad de cambio, sino que además hay prisa por ejecutar este cambio.

 

 

Sobre todo lo que hay es prisa. Mucha prisa. Una conciencia de urgencia que sorprende un poco, teniendo en cuenta lo que hemos llegado a remolonear durante todos estos años. Pero, en fin, bienvenida sea esa conciencia, y bienvenida sea la urgencia.

Y, sin embargo, a medida que comienzan a detallarse los planes para esta transición, a cualquiera le asalta una sensación de vértigo. Los mismos que hace tan solo dos años ponían todo tipo de pegas técnicas, citando innumerables detalles que aconsejaban una transición progresiva, nos avasallan ahora con multitud de proyectos para el despliegue de grandes instalaciones renovables por todo el territorio de España, y afirman con rotundidad que estos proyectos son imprescindibles si tenemos que cumplir con nuestros compromisos en la lucha contra el cambio climático y que no hay ninguna alternativa.

Como una consecuencia a esta avalancha de proyectos, han comenzado a surgir voces críticas que denuncian que este no es el modelo de transición energética que se debería implantar. A medida que se conocen mejor los proyectos, estas voces, cada vez mejor documentadas, cuantifican el gran impacto ambiental y la cantidad de costes sumergidos, tanto económicos como ecológicos, que tienen las instalaciones previstas. Avisan de que el loable intento de luchar contra el cambio climático no debería acabar originando un daño ecológico y ambiental comparable o incluso mayor al que se intenta evitar. Hay quien va aún más lejos y avisa de que estos proyectos «de aquí» dependen de una fuerte actividad extractivista «allá», en otros territorios, que no siempre están tan alejados y que en todo caso pagarían un alto precio ambiental para permitir «nuestra transición».

Como era de esperar, se intenta acallar estas voces críticas acusándolas de insolidaridad, de NIMBY (Not in my backyard, ‘no en mi patio trasero’), de no comprender la gravedad del momento y de oponerse a la lucha necesaria. Se reprocha que asociaciones vinculadas durante décadas al ecologismo se posicionen contra estos proyectos: «Nunca estáis contentos», les dicen, «¿no era eso lo que queríais?».

Pues no, no era eso. No solo no queríamos estos proyectos, sino que lo que tampoco queríamos ni queremos es la tupida red de mentiras que se está utilizando para intentar mantener, agónicamente, el destructivo sistema económico actual.

 
   Hay prisa por encontrar una fuente de energía que funcione como el petróleo para no cambiar nada.   
 

Escasez de petróleo, escasez de todo

Comencemos por el principio: aquí no ha habido una súbita concienciación ecológica de los grandes poderes. Lo que hay es la constatación de que la producción de petróleo está condenada a decrecer. Las compañías petroleras están reduciendo su inversión desde 2014, después de comprobar en el período 2011-2014 que ni con los precios del petróleo más altos que puede tolerar la economía es posible ganar dinero. No quedan yacimientos que resulte rentable explotar y por eso el conjunto de las petroleras de todo el mundo ha reducido su gasto en exploración y desarrollo un 60 % desde 2014 (Repsol lo ha reducido un 90 %). Por tanto, la producción de petróleo tocó su máximo, el peak oil, en diciembre de 2018 y se encuentra en retroceso desde entonces, retroceso que la llegada de la covid-19 ha agravado. La Agencia Internacional de la Energía, en su informe de 2020, anticipaba que en el peor escenario de inversión la producción de petróleo irá cayendo en el próximo lustro, hasta el punto de que hacia 2025 podría ser la mitad de la actual. Incluso con una gran concertación internacional y la participación de los Estados, una caída del 20 % parece inevitable; ¡y en solo 5 años! No se había visto un bajón semejante desde la Segunda Guerra Mundial.

Esto explica las prisas actuales. El problema del peak oil es conocido desde hace décadas, pero siempre se ha intentado minimizar su importancia para no abrir otros debates pertinentes, sobre la viabilidad del capitalismo o la necesidad de redistribución. Ahora ya es tarde, y la rápida caída de la producción de hidrocarburos líquidos augura que el precio se disparará varias veces, para caer a continuación, al bajar temporalmente la demanda de petróleo a medida que los costes prohibitivos de todo destruyan sectores productivos enteros y los hagan desaparecer. 

Así pues, tenemos un problema de escasez de petróleo para el que no nos preparamos antes y que ahora queremos resolver en cuestión de unos pocos años. Porque, además, la escasez de petróleo acaba originando escasez de todo, ya que la mayoría de las mercancías se mueven con petróleo (con barcos, aviones, camiones…). Hay prisa, mucha prisa.

Pero no hay prisa por cambiar un sistema ecocida y destructivo; por lo que hay prisa es por encontrar una fuente de energía que funcione como el petróleo para no cambiar nada. Y si tal fuente de energía no existe, nos la tendremos que inventar.

41 grafico Turiel

Fuente: Alicia Valero, en VV. AA., Material bottlenecks in the future development of green technologies. Renewable and Sustainable Energy Reviews 93, 178–200. (2018)

Mantener los flujos de caja

Y es exactamente eso lo que se está intentando. Se están intentando retorcer los procesos de la naturaleza, que proporcionan una gran cantidad de energía renovable, pero la suministran distribuida sobre toda la superficie del planeta, para conseguir alguna sustancia milagrosa que se comporte como el petróleo, que sea energéticamente muy densa y fácil de transportar, que permita concentrar el consumo en los grandes centros de consumo y producción, de manera que el alocado e incesante flujo de energía y materiales que ha caracterizado a la globalización no se detenga, como tampoco se detendrían los flujos de caja de las grandes empresas, que ganarían dinero a espuertas con el nuevo maná energético.

Este es el modelo. Por eso se intentan imponer estos macroparques eólicos y fotovoltaicos: con la esperanza de captar grandes cantidades de energía y después concentrarla en algún vector energético, ya sea la electricidad, ya sea el hidrógeno, para llevársela muy lejos y continuar con el esquema de la metrópoli que se alimenta y expolia el territorio. Por eso da igual que con estos macroparques se cause un daño ambiental mayor que el problema del cambio climático. Porque, en el fondo, la preocupación ambiental no ha sido nunca la motivación para hacer lo que se hace.

Sin embargo, este modelo nace muerto. Es un modelo inviable. No detallaré en extenso las dificultades e ineficiencias del modelo de macroinstalación renovable dirigida a la producción de electricidad, pues ya he hablado mucho de ello en numerosos textos; baste decir aquí que el tipo de energía que se produce (eléctrica) no es el que se necesita, y que no es fácil ni a veces posible conseguir que ese casi 80 % de la energía final no eléctrica se pueda electrificar. En cuanto al hidrógeno verde (el que se conseguiría con la electrólisis del agua usando electricidad de origen renovable), las pérdidas energéticas del proceso desde su generación hasta su uso final son tan elevadas que hasta la Estrategia europea para el hidrógeno da por hecho que Europa no podría autoabastecerse energéticamente y que tendría que importar hidrógeno; por eso, los ojos ansiosos de Alemania se han puesto sobre la presa del río Inga en el Congo, y por eso desde Alemania, cada vez más claramente, se ve España como el recurso a expoliar a corto plazo hasta que llegue el maná energético de otras tierras.

El problema del modelo actual de transición renovable es que se pretende fosilizar una energía viva, la energía renovable; se pretende convertir una energía dispersa por todo el territorio y que sigue los ritmos de la naturaleza en una energía concentrada y que siga los ritmos del mercado. Pretenden convertir el calor del Sol y la fuerza del viento en negro y maloliente petróleo, y que este se consuma lejos de donde se produce, en la privilegiada Babilonia. Encerrar el Sol en una redoma o el viento en una botella no es fácil: el proceso es ineficiente y requiere materiales raros, que ya están comenzando a escasear. Fosilizar la vida es costoso, y el producto final no basta para saciar el hambre pantagruélica de este sistema sinsentido. Al final, seguir por esta vía de matar la vida para meterla en un frasco solo puede llevarnos al colapso y la autodestrucción.

La hidroeléctrica, una renovable sin aprovechar

Revista SABC

A principios del siglo xx, muchos pueblos de toda la península «llevaron por primera vez» la luz eléctrica para iluminar sus calles, casas e incluso alguna pequeña industria. Y lo hicieron con la creación de pequeñas represas hidroeléctricas, aprovechando la energía de los saltos de agua. Muchos años después nos encontramos con un sistema de energía hidroeléctrica prácticamente privatizado y gestionado por un oligopolio con enorme influencia política, organizado a partir de centrales y pantanos de considerables dimensiones, responsables de un gran daño ecológico y social en el territorio rural. Ese sacrificio, ese expolio, ¿qué papel desempeña actualmente? 

Un dato revelador es que en la actualidad el Estado español tiene instalada una capacidad hidroeléctrica que duplica el total de demanda máxima: 100 000 MW, frente a una demanda que alcanzó su máximo histórico en diciembre de 2007, con unos 45 450 MW, según datos de Ecologistas en Acción. Si bien es cierto que por la disminución de los caudales a causa del cambio climático no es posible producir toda la energía que permite la capacidad instalada, hoy no se aprovecha todo este potencial por las particularidades del sistema energético español y porque las grandes eléctricas priorizan, aunque sea más cara, la producción de electricidad a partir de gas natural, para rentabilizar las centrales de ciclo combinado.

Esto nos lleva al debate en torno a la necesidad de renacionalizar, remunicipalizar o colectivizar el sistema energético, pero también a replantear el sentido de las propuestas de grandes parques solares y eólicos ¿No sería más lógico aprovechar el potencial ya existente a partir de las centrales hidroeléctricas construidas?

 

 

Eficiencia y frugalidad

Frente a este modelo fósil y ecocida, existen otros modelos de transición renovable, viables y vivos, aunque se pretenda hacer creer que no hay alternativa. Son modelos de los que no se habla porque no interesa, aunque si existe alguna salida a nuestra situación actual es a través de ellos.

 
   La energía renovable se debe aprovechar allí donde se capta, para evitar pérdidas en su transporte   
 

Para empezar, la energía renovable se debe aprovechar allí donde se capta, para evitar pérdidas en su transporte. Para seguir, se debe utilizar en la misma forma en que llegue, en vez de convertirla en electricidad o hidrógeno con grandes pérdidas. La energía mecánica del viento y del agua se debe convertir en energía mecánica para mover engranajes: así funcionaban los molinos papeleros, las colonias textiles y algunas metalurgias a principios del siglo xx; también, por supuesto, se debe usar para moler grano y triturar materiales. La energía solar, que es primariamente de tipo térmico, debe ser usada en los domicilios para producir agua caliente sanitaria, cosa que se puede conseguir simplemente con un depósito y unos tubos pintados de negro, capaces de calentar agua incluso con radiación solar difusa. Con un pequeño espejo parabólico, la radiación solar se puede usar para hacer cocinas solares e incluso hornos. En los lugares más insolados del territorio, la energía solar fuertemente concentrada con grandes espejos se puede usar para fundir metales y conseguir las altas temperaturas que se requieren en algunos procesos industriales. Por último, no se debe olvidar la gran fuente de recursos que suponen las plantas, tanto las cultivadas como las silvestres. La gran diversidad de moléculas que nos proporcionan las plantas puede aprovecharse tanto para producir bioplásticos como para sintetizar compuestos que hoy en día se obtienen del petróleo, como por ejemplo los que se usan en las medicinas o en infinidad de reactivos de interés industrial. La materia vegetal, de la misma manera que los residuos orgánicos de cualquier origen, puede aprovecharse en simples biodigestores para producir biogás con múltiples usos energéticos y también materiales (síntesis de polímeros). Incluso se puede usar para producir biocombustibles que se podrían utilizar en motores convencionales. Y eso sin contar con los usos tradicionales de ciertos cultivos como materia prima textil.

¿Quiere decir que se debe renunciar a producir electricidad o incluso hidrógeno? No, por supuesto: se tendrá que producir cierta cantidad de electricidad, útil para muchos de los usos ordinarios actuales, desde pequeños electrodomésticos a los grandes centros de control, y para la iluminación. Y el hidrógeno puede tener un hueco, especialmente en procesos en los que se requiera conseguir una llama de alta temperatura. Pero estas formas de aprovechamiento deben ser complementarias a las expuestas más arriba, y en absoluto las troncales. Y hay un aspecto que es fundamental de todos estos sistemas: la frugalidad del uso. Los sistemas arriba descritos son eficientes y tienen mucho menor impacto ambiental que el sistema de macroparques, pero solamente si su uso es mesurado y adecuado. Así, por ejemplo, una pequeña cantidad de cultivos para biocombustibles puede ser útil y razonable, pero puede crear competencia con la alimentación humana y animal, aparte de esquilmar el terreno, si se intenta sobreescalar. Un uso racional y limitado de la fuerza hidráulica permite crear riqueza y trabajo localmente, pero puede causar alteraciones ecosistémicas e incluso alterar el curso del río aguas abajo si se intenta sobreexplotar. La clave del éxito es la sostenibilidad bien entendida: el uso mesurado y responsable de los recursos que garantice que quienes vengan después también los puedan utilizar. Porque nosotros no somos los propietarios de este mundo, tan solo sus inquilinos provisionales.

Antonio Turiel

Científico y divulgador 

 

Tecnologías apropiadas, accesibles y colectivas

Revista SABC


Los sistemas tradicionales de aprovechamiento energético, adaptados y mejorados con algunas tecnologías actuales, ofrecen un enorme campo de investigación y experimentación, ya que pueden satisfacer muchas necesidades de forma autónoma, con materiales accesibles y bajo impacto ambiental. Nos referimos, entre otros, a la tracción animal, las velas para el transporte marítimo y fluvial, los molinos hidráulicos o las diversas formas del uso de la biomasa, desde la leña para las cocinas hasta los biodigestores. El sitio web solar.lowtechmagazine.com/es, con una edición reciente en castellano, explora y explica algunas propuestas. Además, se trata de una web de baja tecnología (y bajo consumo) que funciona con energía solar; por lo tanto, hay momentos en que no está disponible.

En esa misma línea existen diferentes iniciativas y comunidades de desarrolladores que difunden en abierto propuestas tecnológicas para cubrir necesidades básicas y que incluyen foros para adaptarlas, mejorarlas y resolver dudas de forma colectiva. Un calentador solar de agua, una turbina eólica de bajo coste o un amplificador de señal de wifi con materiales reciclados son algunos ejemplos que podemos encontrar.

En opensourcelowtech.org, que también cuenta con un canal de YouTube, hay buenas ideas para la producción de energía. La acumulación de la energía renovable requiere el uso de baterías, lo que supone otro problema por quién las fabrica y por la dependencia de minerales como el litio. En el portal community.openenergymonitor.org explican maneras para su reciclaje y montaje. Cabe destacar también www.appropedia.org, un repositorio de todas estas tecnologías.

 

Utilizamos cookies para mejorar tu experiencia al navegar por la web.

Si continúas navegando, aceptas su uso. Saber más

Acepto
El sitio web de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas (www.soberaniaalimentaria.info) utiliza cookies para mejorar la experiencia de los usuarios, facilitando la navegación por nuestra web. Estamos haciendo todo lo posible por facilitar el uso de dichas cookies, así como su gestión y control al utilizar nuestros servicios.

¿Qué son las cookies?

Las cookies son pequeños archivos de texto que se almacenan en el dispositivo del usuario de Internet al visitar una página web. Es el operador del sitio web el que determina qué tipo de información contiene dicha cookie y cuál es su propósito, pudiendo además ser utilizada por el servidor web cada vez que visite dicha web. Se utilizan las cookies para ahorrar tiempo y hacer la experiencia de navegación web mucho más eficiente. No obstante, pueden ser usadas con varios propósitos diferentes que van desde recordar la información de inicio de sesión o lo que contiene un pedido de compra.

¿Cómo utiliza Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas las cookies?

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas tan solo utilizará las cookies que nos dejes utilizar. Tan solo leeremos o escribiremos cookies acerca de tus preferencias. Aquellas que hayan sido instaladas antes de modificar la configuración permanecerán en tu ordenador y podrás borrarlas haciendo uso de las opciones de configuración de tu navegador. Podrás encontrar más información al respecto más adelante.

1. Cookies propias

Se trata de cookies técnicas que recogen información sobre cómo utiliza el sitio web (por ejemplo, las páginas que visitas o si se produce algún error) y que también ayudan a Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas a la localización y solución de problemas del sitio web. Las cookies técnicas son imprescindibles y estrictamente necesarias para el correcto funcionamiento de un portal web y la utilización de las diferentes opciones y servicios que ofrece. Por ejemplo, las que sirven para el mantenimiento de la sesión, la gestión del tiempo de respuesta, rendimiento o validación de opciones.

Toda la información recogida en las mismas es totalmente anónima y nos ayuda a entender cómo funciona nuestro sitio, realizando las mejoras oportunas para facilitar su navegación.

Dichas cookies permitirán:

  • Que navegues por el sitio.
  • Que www.soberaniaalimentaria.info recompile información sobre cómo utilizas la página web, para así entender la usabilidad del sitio, y ayudarnos a implementar las mejoras necesarias. Estas cookies no recogerán ninguna información sobre ti que pueda ser usada con fines publicitarios, o información acerca de tus preferencias (tales como sus datos de usuario) más allá de esa visita en particular.
Si tienes dudas o quieres hacernos alguna pregunta respecto de las cookies que utilizamos, puedes remitirnos tu consulta al correo electrónico info@soberaniaalimentaria.info

2. Cookies de terceros

Existe una serie de proveedores que establecen las cookies con el fin de proporcionar determinados servicios. Podrás utilizar las herramientas de estos para restringir el uso de estas cookies. La siguiente lista muestra las cookies que se establecen en la página web www.soberaniaalimentaria.info por parte de terceros, los fines para los que se utilizan y los enlaces a páginas web donde se puede encontrar más información sobre las cookies:

·       Cookies analíticas:

Las cookies de Google Analytics se utilizan con el fin de analizar y medir cómo los visitantes usan este sitio web. La información sirve para elaborar informes que permiten mejorar este sitio. Estas cookies recopilan información en forma anónima, incluyendo el número de visitantes al sitio, cómo han llegado al mismo y las páginas que visitó mientras navegaba en nuestro sitio web.

http://www.google.com/intl/es/policies/privacy        

·       Cookies técnicas:

AddThis es una empresa tecnológica que permite a los sitios web y a sus usuarios compartir fácilmente el contenido con los demás, a través de iconos de intercambio y de los destinos de bookmarking social. Las cookies AddThis se utilizan con el fin de habilitar el contenido para ser compartido. AddThis también se utiliza para recopilar información sobre cómo se comparte contenido del sitio web. Las cookies ayudan a identificar de forma única a un usuario (aunque no de forma personal, sino en cuanto a dirección) para no repetir tareas dentro de un periodo de tiempo especificado.

http://www.addthis.com/privacy

Disqus es un servicio gratuito que permite añadir comentarios a diferentes elementos de este sitio web. Disqus guarda en cookies tu identificación anterior en este sitio web o en otro para que no sea necesario iniciar sesión cada vez que utilices el mismo navegador.

https://help.disqus.com/customer/portal/articles/466259-privacy-policy

Cómo desactivar las cookies

Para cumplir con la legislación vigente, tenemos que pedir tu permiso para gestionar cookies. En el caso de seguir navegando por nuestro sitio web sin denegar su autorización implica que aceptas su uso.

Ten en cuenta que si rechazas o borras las cookies de navegación algunas características de las páginas no estarán operativas y cada vez que vayas a navegar por nuestra web tendremos que solicitarte de nuevo tu autorización para el uso de cookies.

Puedes modificar la configuración de tu acceso a la página web. Debes saber que es posible eliminar las cookies o impedir que se registre esta información en tu equipo en cualquier momento mediante la modificación de los parámetros de configuración de tu navegador:

Configuración de cookies de Internet Explorer

Configuración de cookies de Firefox

Configuración de cookies de Google Chrome

Configuración de cookies de Safari

Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas no es titular ni patrocina los enlaces indicados anteriormente, por lo que no asume responsabilidad alguna sobre su contenido ni sobre su actualización.

El usuario puede revocar su consentimiento para el uso de cookies en su navegador a través de los siguientes enlaces:

Addthis: http://www.addthis.com/privacy/opt-out

Google Analytics: https://tools.google.com/dlpage/gaoptout?hl=None

Google, Twitter, Facebook y Disqus: A través de los ajustes de cada navegador más arriba indicados para la desactivación o eliminación de cookies.