Pierre Vuarin

En septiembre de 2012, los resultados del estudio realizado por el Profesor Gilles Eric Seralini con su equipo de CRIIGEN (Comité para la investigación e información independiente sobre ingeniería genética) en la ciudad francesa de Caen generaron un gran debate en Francia y en Europa y tuvieron gran repercusión a nivel mundial. Pierre Vuarin, de una de las organizaciones que apoyó el estudio desde sus inicios, nos habla de cómo se ha desarrollado a nivel internacional y de su relevancia.


EL ESTUDIO

El estudio del Profesor Seralini se realizó de forma secreta, apoyado entre otros por la Fundación Charles Léopold Mayer, y su objetivo era observar los efectos en ratas alimentadas con maíz transgénico NK603 de Monsanto, y las consecuencias de una alimentación añadiendo el herbicida Round-up (a base de glifosato) que se asocia a este maíz OMG.

La investigación, que no tenía la “autorización” de Monsanto, se realizó durante 2 años en lugar de los tres meses que suelen durar otros trabajos parecidos. Los resultados revelaron mortalidades más tempranas de los animales que consumían estos alimentos. Las hembras desarrollaron tumores mamarios así como perturbaciones hipofisarias y renales, mientras que los machos presentaron afecciones hepato-renales crónicas severas.

A partir de estos preocupantes resultados ¿Qué repercusiones ha tenido la publicación de este estudio? Su impacto ha sido amplio a nivel internacional y numerosos artículos han sido publicados en diversos periódicos de todo el mundo. Sin embargo, mientras que la prensa y las cadenas de televisión en muchos lugares de Europa mostraban en primera página fotos de ratas con tumores, los medios de comunicación de ciertos países bajo la presión económica de los lobbies pro-OMG (Brasil, Argentina o el Estado español) restaban importancia a los resultados de este estudio.

EL CONTRAATAQUE INDIRECTO DE MONSANTO

A la empresa Monsanto este estudio le cogió por sorpresa. No estaba al corriente del mismo y el secreto fue bien guardado durante 3 años. Una vez publicados sus resultados movilizó a un grupo de científicos, que trabajan directa o indirectamente con ella en el ámbito de la biotecnología, con el fin de anular el estudio a nivel internacional. Los “científicos” aliados de Monsanto respondieron rápidamente sin tener demasiada información y centrando los ataques, de manera coordinada, sobre algunos temas. Lo primero que hicieron fue dar una serie de argumentos esgrimiendo que todos los estudios anteriores demostraron la inocuidad de los OMG, incluso en investigaciones a largo plazo; que el estudio de Seralini utiliza una raza de ratas muy sensible a tumoraciones; que los estudios sobre problemas cancerígenos deberían de usar grupos de 50 ratas; y que los datos estadísticos no son suficientes para conseguir resultados fiables.

Durante este periodo, la revista Food and Chemical Toxicology, donde fue publicada la investigación, recibió muchas presiones para retirar el artículo de Séralini. De la misma manera, científicos de segundo nivel también se sumaron rápidamente a desacreditar el estudio. Hay que reconocer que esta ofensiva mediática, generó dudas y confusión entre los periodistas y en la opinión pública mundial.

Además, cierto número de periodistas científicos, enfadados por no haber sido informados sobre la existencia de este estudio y de sus resultados, criticaron la gestión realizada por CRIIGEN, que había realizado este estudio en secreto y que lo había hecho público sin dar el aviso previo a la prensa especializada. Lo cierto es que un estudio con esta relevancia no hubiera sido posible si se hubiera hecho público antes de obtener los resultados. Monsanto habría atacado jurídicamente y los riesgos de boicot y las presiones para impedir su publicación hubieran sido muy fuertes.

Es importante tener en cuenta que el hecho de tener como testigo a la ciudadanía, ha permitido llevar el debate a la opinión pública de forma interesante, especialmente en Francia. Las columnas de las revistas especializadas han sido motivo de discusiones y debates en mesas de restaurantes o cafeterías.

LA RESPUESTA DE CRIIGEN Y OTROS CIENTÍFICOS

En este periodo, CRIIGEN ha reaccionado a las críticas en los medios de comunicación, argumentado que:

  1. Este estudio es el más prolongado y detallado de los estudios realizados para examinar el posible impacto del maíz transgénico y el Round up.

  2. Otros estudios pusieron en evidencia ciertos hechos que demostraban posibles impactos sobre ratones y ratas con alimentación transgénica, sin embargo siempre han sido rechazados, a menudo por motivos incomprensibles desde un punto de vista científico (no similitud en los resultados entre machos y hembras, no respeto del principio de proporción causa/efecto,..). Los resultados de estos estudios, que podían haberse considerados como alertas, fueron desestimados y anulados de forma intencionada. Por otra parte, las investigaciones denominadas de largo plazo a las que se refieren los “científicos de Monsanto” son estudios de diferente naturaleza (nutricionales, no toxicológicos) y sobre periodos que no se corresponden a la vida de los animales (dos años para los ratones).

  3. La raza de ratones Sprague-Dawley elegida por el equipo del profesor Séralini ha sido la usada por Monsanto en el estudio de homologación del NK603. ¿Qué habrían dicho si la raza de ratón hubiera sido diferente? Además, es la raza de ratones que se usa en el 90% de los estudios toxicológicos.

  4. El número de 50 ratones que exige Monsanto es el propuesto para estudios que investiguen la aparición de cáncer. En este caso, el equipo de Séralini ha realizado un estudio toxicológico con 10 ratones por grupo puesto que no habían anticipado la hipótesis de cáncer como posible efecto de la alimentación con maíz transgénico y Round Up.

  5. A las críticas respecto a la validez estadística de los resultados, el CRIIGEN indicó que en otros estudios se ha usado el mismo número de ratones o menos (por ejemplo, el estudio de la patata Amflora, realizado con 5 ratones y validado por la EFSA, Agencia Europea de Seguridad Alimentaria). De todas formas, el CRIIGEN reconoce que sería importante replicar esta investigación con 20 ratones por grupo para dar mayor peso al valor estadístico del estudio.

Tras leer la investigación, los resultados y sus críticas, cientos de científicos han apoyado al equipo de Séralini a nivel internacional.

Un hecho importante pero al que no se ha dado suficiente repercusión mediática a nivel internacional es que cinco ex-ministras de Medio Ambiente de Francia, de diferentes partidos (Corine Lepage, Dominique Voynet, Segolène Royal, Nathalie Kosciusko-Morizet et Chantal Jouanno) firmaron una declaración común solicitando que se hagan públicos los estudios secretos que permitieron la autorización del NK603 y del Round Up y que estos revisarlos por un comité especializado e independiente.

Aunque la EFSA y otras agencias de seguridad alimentaria han puesto en duda el estudio (no podemos obviar que tienen una relación muy próxima con Monsanto), algunos países han prohibido la importación y el uso del maíz NK 603, como Rusia, y el gobierno suizo ha prolongado su moratoria sobre los transgénicos, lo cual ha supuesto una respuesta contundente a los “científicos” que se mostraron en contra de esta posición.

UNA GRAN LUCHA INTERNACIONAL ESTÁ EN MARCHA

En nuestra opinión, la publicación del estudio de Séralini ha marcado un giro a nivel internacional, respecto a los transgénicos y la batalla sobre los pesticidas. Existen otras muchas razones para luchar contra los transgénicos: la creación de dependencia frente a las grandes empresas de semillas, la reducción de la biodiversidad, su inutilidad para las y los consumidores en términos nutritivos, el coste del sistema de separación de productos transgénicos y no transgénicos, etc.

Pero la cuestión de la salud es un punto particularmente sensible. Valorar los resultados de este estudio, cuestionar la evaluación de estas tecnologías o tener en cuenta la inutilidad de los transgénicos para los consumidores deberían constituir los puntos de partida para reactivar estos debates en los países particularmente enfrentados a los transgénicos y a los pesticidas, como es el caso del Estado español.  

La dimensión de los efectos sobre la salud humana de los transgénicos y los pesticidas no es la única a tener en cuenta pero representa un elemento clave para frenar el desarrollo de esta tecnología mal controlada y la acción de estos aprendices de brujo que representan Monsanto y sus aliados. Estamos, por tanto, escribiendo una importante página de la Historia.

LA BATALLA SOBRE LA PUBLICACIÓN DE LOS DATOS

A partir de la publicación del estudio del CRIIGEN, las agencias sanitarias solicitaron que se les facilitara, de forma inmediata, los resultados completos del trabajo de Séralini. Éste, junto a Joel Spiroux, codirector del estudio, y su equipo indicaron que éstos se publicarían cuando los datos que sirvieron para la aprobación del NK603 y el Round Up también salgan a la luz pública, con el fin de poder comparar los métodos y de ver, con exactitud, en base a qué criterios se ha integrado este transgénico y el Round Up en el sistema alimentario europeo.

Ante esta demanda la EFSA ha hecho públicos los datos de homologación del maíz pero en un formato que no permite su análisis y no se han facilitado los estudios de autorización del Round Up. Romain Mesnages, Gilles Eric Séralini y su equipo han publicado otro estudio en la Revista «Toxicology» donde se demuestra que los coadyuvantes del Round Up son más nocivos que el mismo glifosato (principio activo del Round Up).

Queda claro que todas las personas implicadas en estas autorizaciones tratan de retrasar el momento en que se descubra la realidad, a base de hacer creer que existe una gran controversia científica. Intentan así ocultar sus propias responsabilidades, sin embargo, éstas ya están en el punto de mira, así como las políticas que autorizaron la introducción de estas plantas genéticamente modificadas y el Round Up en el sistema alimentario europeo y mundial.
Pierre Vuarin
Responsable de Programas de la Fundación Charles Léopold Mayer
Co-creador de la Alianza Internacional Terre Citoyenne

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